Mateo 6:10 «Venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.»
Introducción
Mi modelo de oración es el Padre Nuestro. Cuando oro, lo hago párrafo por párrafo, y me detengo para orar y reflexionar. Una de mis partes favoritas es cuando pido que la voluntad de Dios se haga en la tierra como en el cielo. Esta petición no se refiere solo a su reino venidero, sino a la voluntad de Dios que debe establecerse aquí y ahora. Dios desea que todos los hombres se arrepientan de sus pecados, y que su voluntad se manifieste en la sanidad de los enfermos y la liberación de los oprimidos por el diablo.
Hechos 10:38 «Vosotros sabéis cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder, el cual anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con Él.»
Lo mismo que Jesús hacía, nos mandó a hacer. Nos instruyó a no cansarnos de hacer el bien. Esta es la voluntad de Dios, y debemos orar para que se manifieste cuando vayamos a los hogares o donde Él nos lleve. Esta voluntad está en el cielo y debemos establecerla en la tierra mediante su palabra y nuestra obediencia a Él.
Problema Actual
Desafortunadamente, la Escritura nos enseña que «mi pueblo perece por falta de conocimiento». Para establecer este acuerdo entre el cielo y la tierra, debemos abrir nuestros ojos y despertar del letargo en el que nos encontramos. No todo el pueblo de Dios está enfocado en ello. Algunos son conscientes de esta verdad pero deciden ignorarla, mientras que otros no son conscientes y están esperando que se les revele.
Podemos llorar y sentir la presencia de Dios en nuestras vidas, pero la verdadera cuestión es si realmente estamos haciendo la voluntad de Dios tal como está establecida en los cielos. Podemos seguir durmiendo o despertar; es una decisión personal con repercusiones eternas.
Preguntas que Surgen
Como intercesores, desempeñamos un papel crucial y debemos desatar en el cielo y en la tierra. También hay armas específicas para la batalla que se nos han sido dadas con el fin de que las cosas sucedan.
¿Cómo sabemos cuál es la voluntad de Dios para la Tierra? Esto es fundamental para poder llegar a un acuerdo con el cielo y desatarlo en la tierra. Si ignoramos esta voluntad, nunca podremos ponernos de acuerdo con el cielo. La voluntad de Dios es revelada a través de su palabra.
Atar y Desatar
Cuando oramos, lo hacemos desde lugares celestiales, ya que está escrito que estamos sentados en lugares celestiales con Cristo.
Efesios 2:6 «Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.»
Este texto es la clave:
Mateo 18:18 «Les aseguro que cualquier cosa que ustedes prohíban aquí en la tierra, desde el cielo Dios la prohibirá. Y cualquier cosa que ustedes permitan, también Dios la permitirá.»
Versión Amplificada: «Les digo que todo lo que prohíban y declaren impropio e ilícito en la tierra debe ya haber sido prohibido en el cielo y todo lo que permiten y declaren correcto e ilícito en la tierra debe ya haber sido permitido en el cielo.»
Esto es como legislar en los cielos. A través de nuestras oraciones, convocamos la corte de los cielos y sancionamos en la tierra lo que es legal o ilegal.
Testimonios de Intercesión
Intercesores en Filipinas
En Filipinas, los intercesores han captado muy bien este concepto. Cada año enfrentaban tifones o fuertes tormentas que azotaban sus costas. Entendiendo que eran guardianes de la puerta para todo lo que entraba o salía de su nación, se dirigieron a las oficinas meteorológicas para obtener una lista con todos los nombres dados a las tormentas del siguiente año. Convocaron la corte de los cielos y sancionaron, por nombre, estas tormentas como atadas, prohibidas e ilegales. Declararon que al año siguiente no habría ninguna devastación debido a las tormentas. Y, efectivamente, al año siguiente ningún tifón violento azotó las costas de su país.
Intercesores en Argentina
Los intercesores en Argentina también asimilaron este principio. Claudio Cabrera y su esposa Nidia, líderes de jóvenes, se enteraron de que un grupo de rock satánico estaba contratado para ir a su ciudad. Decidieron legislar en los lugares celestiales, declarando que ese grupo no contaminaría su ciudad. Los miembros del grupo de jóvenes de la iglesia ataron y se pusieron de acuerdo con el cielo para que la voluntad de Dios se hiciera en la tierra y para que esa particular forma de iniquidad no alcanzara a los jóvenes de la ciudad. Más adelante, se enteraron de que los miembros del grupo de rock habían enfermado violentamente y no pudieron celebrar el concierto.
Orar Conforme a la Voluntad de Dios
Ahora que conocemos la voluntad de Dios, oramos conforme a ella. Dios nos ha vestido con nuevas vestiduras para presentarnos delante de Él. Primero, debemos hacer nuestra parte en la oración, estableciendo su palabra en nuestras vidas. Él nos ha sumergido en su Espíritu.
Zacarías 3:4 «Y habló al ángel que estaba delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala.»
Cuando oramos, nos ponemos de acuerdo con los cielos y tenemos el poder de permitir o no permitir, sancionando en el mundo espiritual. Ignorar esto permite que el enemigo se aproveche, ya que nuestro deber es sancionar y atarlo, no dejarlo continuar.
Conclusión
Establecer un acuerdo entre el cielo y la tierra requiere conocimiento, oración ferviente y una comprensión clara de la voluntad de Dios. Al hacerlo, no solo cumplimos nuestro propósito como discípulos de Cristo, sino que también traemos el reino de Dios a la tierra, manifestando su poder y autoridad en nuestras vidas diarias.
En el próximo capítulo, exploraremos la necesidad de nacer de nuevo, una transformación esencial para todos los que desean seguir a Jesús y convertirse en verdaderos discípulos.
Juan 3:3 «Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.»
Esta transformación espiritual es el primer paso hacia un discipulado auténtico y poderoso, permitiéndonos vivir conforme al llamado de Cristo.